- Introducción
Gran parte de la investigación sobre el papel que ha desempeñado la mujer en los mercados laborales en México se ha centrado en la medición y la explicación de las brechas salariales, y en menor medida en su participación en la fuerza laboral, las oportunidades de empleo y la segregación laboral.
Los primeros estudios sobre las brechas salariales se basaban en evidencia de las décadas de los ochenta y noventa. Alarcón y McKinley (1994) usaron información de la Encuesta Nacional de Ingreso y Gasto de los Hogares (ENIGH) de 1984, 1989 y 1992, y ubicaron la brecha salarial de las mujeres en niveles de 23, 28 y 25%, respectivamente. Por otro lado, Brown, Pagán y Rodríguez-Oreggia (1999), utilizando la Encuesta Nacional de Empleo Urbano (ENEU) para el periodo de 1987 a 1993, concluyeron que la brecha salarial era de aproximadamente 21 y 22%. En ambos estudios se realizan ejercicios de descomposición de la brecha salarial para medir en qué proporción la desigualdad en los salarios entre hombres y mujeres se debe a las diferentes dotaciones de capital humano (educación y experiencia), y en qué proporción al retorno de las dotaciones. En el primer estudio se determinó que entre 15 y 25% se debe a diferencias en las dotaciones, mientras que entre 75 y 85% al retorno; en el segundo se encontró también que gran parte de la diferencia se debe a los retornos y no a las dotaciones.
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